EVOCANDO ENTIDADES BENÉFICO-RELIGIOSAS DE OTROS TIEMPOS

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Dentro del estamento eclesiástico, y en el ámbito social, siempre han existido, y siguen existiendo en nuestro pueblo, asociaciones y corporaciones que se mueven con carácter benéfico-religioso-cultural, de las que en un tiempo pasado algunas de estas organizaciones lo hacían con un objetivo claramente benéfico y caritativo, y otras combinaban lo religioso con lo lúdico.

No debe extrañarse el lector si en alguna de ellas encuentra referencia con lo ya publicado en el programa de 1995, con motivo de las ermitas desaparecidas, pero creo de interés reunir en artículo aparte todas y cada una de estas corporaciones y entidades asociativas de las que tenemos noticia de su existencia en otros tiempos.

A continuación pasamos a describir brevemente cada una de las instituciones que ya no existen, cuyos datos proceden de varias fuentes. Son estas:

Mayordomías del Corpus.- Según el Censo del Conde de Aranda, había seis mayordomías del Corpus sin Cofradía, para las que se nombraban cada año un mayordomo, por los que lo habían sido ya antes. De estas Mayordomías, cuatro costeaban la cera del Altar, la pólvora y otros gastos como el de la función principal y las Minervas (fiestas minervales, creadas en 1524 por el Arzobispo de Toledo, que son un conjunto de representaciones teatrales) que se celebraban los terceros domingos de cada mes, que suponían gastos muy cuantiosos de refrescos y comidas en sus casas. Y las otras dos mayordomías, llamadas de danzas, que se encargaban de organizar las Minervales, y sus escenificaciones teatrales.

Mayordomías de Ánimas.- Las mayordomías de ánimas sin cofradía, que se componían de dos compañías llamadas de Los Galanes y de Los Rotos, según nos dice también el Censo del Conde de Aranda, igual que ocurría con las del Corpus, sus mayordomos eran nombrados por los que lo habían sido años anteriores, cuyo establecimiento era de tiempo inmemorial, sin tener ordenanzas ni aprobación eclesiástica. Los cuatro domingos anteriores al de Carnestolendas, los oficiales de la Compañía de los Galanes, paseaban el pueblo invitando a eclesiásticos y seglares para llevarlos a sus casas a refrescar, donde consumían cantidad de dulces y anís. Cada mayordomo, en el domingo que le tocaba, solía invitar a comer a sus parientes y amigos. La Compañía de Rotos, donde estaban incluidos los jornaleros y gente pobre, no tenían dicho convite general, aunque gastaban también bastante en refrescos y comidas en sus casas.

El domingo de Carnestolendas (domingo de carnaval), la Compañía de Galanes hacían el ofertorio en la Misa con personas convidadas y demás devotos, y por la tarde lo hacían asimismo la de los Rotos, juntándose con ambos ofertorios de seis a ocho mil reales. Cada mayordomo de los Galanes se gastaba unos 1.200 reales, y de los Rotos unos 500 reales. En virtud de ejecutoria litigada con el ordinario eclesiástico, el dinero de dichos ofertorios lo distribuía el ayuntamiento, como patrono de dicha devoción (tomando cuenta todos los años al tesorero que lo era entonces Don Miguel Jijón, persona de lo más acaudalada en el pueblo), en Misas y Sufragios por las Ánimas Benditas.

Cofradía del Dulce nombre de Jesús.- Esto es lo que nos dice el Censo del Conde de Aranda, sobre la prohibición de gastos excesivos de su mayordomía: «Esta Cofradía tiene fondo con que costea la mayor parte del gasto de la función que se hace el día de la circuncisión en esta Parroquial, lo que gasta el Mayordomo por lo tocante a la Iglesia y pólvora, es cosa de corta consideración, que la mayor parte del gasto consiste en la comida del día de la función y refrescos que en todo llegará a unos 600 reales vellón. Puede subsistir esta mayordomía en cuanto a los gastos de Iglesia prohibiéndose los de comida y refrescos».

Mayordomía de San Blas.- Sobre esta mayordomía, el susodicho Censo del Conde de Aranda dice: «La Mayordomía de San Blas voluntaria es corto el gasto que tiene el Mayordomo, así en la Iglesia como en comida; pero será conveniente que en esta en otras cofradías que hace mucho tiempo, no tienen Mayordomos se prohiba por punto que en todas dichos gastos de comidas y refrescos».

Cofradía de Santa Ana.- De su existencia, en el año 1741, nos da fe el presbítero D. Diego Sánchez de Milla Narváez, que da otorgamiento del reconocimiento de Censo a favor de esta cofradía, por Diego Espinosa y su mujer Isabel de Milla, según escritura custodiada en el Legajo 415 del Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real.

Cofradía de San Sebastián.- De las visitas realizadas en Abril de 1491 y en Marzo de 1493, por los frailes de la Orden de Calatrava a esta Villa que estaba dentro de los términos de su jurisdicción, para sanear cuentas y recaudar tributos, se desprende que esta cofradía regentaba el hospital había sido fundado por particulares con fines benéficos, así como de la costumbre y deseo de los cofrades devotos de San Sebastián de ser enterrados en su ermita. Tal «devoción» de sepultar difuntos dentro de esta ermita no era sólo de los miembros de la cofradía del mismo nombre, sino que también lo era de «algunas personas vecinas del dicho lugar». Los visitadores, sin dedicar más comentario a esta devoción, fijaron las tasas que el mayordomo debía cobrar.

Cofradía de Ntra. Sra. de la Concepción.- De cuya existencia nos hablan las escrituras de reconocimiento de censos a favor de la «Cofradía y Hermita de la Concepción» -como así figura en el texto de esta escritura-, otorgada por Santiago López Serrano y Juan Luis Niño de Lope, ante Don Esteban López Redondo, presbítero de esta villa, de la que da fe en el año 1778.

Obra Pía del Santísimo Cristo del Calvario.- En el referido Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real, y también en el legajo 415, aparece una escritura de imposición y reconocimiento de censo, otorgada en 1826, por Diego Zamora y Hnos. a favor de la Obra Pía del Santísimo Cristo del Calvario, agregada a la Iglesia Parroquial, donde se le daba culto al Santísimo Cristo del Calvario.

Cofradía de Ntra. Sra. de la Vega.- Los datos que tenemos de la existencia de esta Cofradía también se refieren a las visitas realizadas a las cofradías y hospitales, y las medidas que arbitraban los frailes de la Orden de Calatrava, que requerían la colaboración de los oficiales concejiles, y que aparecen expresadas en un texto referido a tres cofradías de Villarrubia: «Otrosy mandamos a los alcaldes que agora sois de la dicha villa que dentro de treynta días primeros siguientes de la data (27 enero 1502) deste nuestro mandamiento, toméis las cuentas de los santuarios e cofradías de Santa María de la Vega, Sant Antón e Sant Sebastián desta villa, que no podimos tomar e esaminar sus cuentas por no estar los mayordomos en la villa para dar razón dellas…»

Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario.- Los antecedentes de su existencia los hallamos, así mismo, en una escritura de imposición y reconocimiento de censo a favor de esta Cofradía, otorgada por Antonio Beamud, en el año 1783, cuya Imagen aparece agregada a la Iglesia Parroquial, donde esta Cofradía le daba culto.

Casa Hospital de Pedro Gómez.- En el Catastro del Marqués de la Ensenada, los encargados de contestar al Interrogatorio, de esta Casa Hospital dicen: «Una casa Hospital para pobres enfermos, situada en la calle de la Concepción, linde con casas de Juan Sánchez de la Orden y de el Exmo. Sr. Duque de Híjar, tiene de frente 13 varas y de fondo 18, con patio y corral, se compone de dos cuartos, el uno encamarado cubiertos de teja, no se le dio regulación respecto de servir para el fin expresado».

Hospital de la Villa.- Respecto a esta casa de Caridad, la respuesta a esta pregunta del Catastro de Ensenada fue así: «Una casa Hospital para el recogimiento de los pobres viandantes, situada en la calle de la Plaza, linde con casas de Gabriel Sarmiento y con Hermita de la Caridad, tiene de frente 16 varas y de fondo 18, se compone de dos cuartos encamarados, no se le dio regulación por no valerle cosa alguna a la Villa como dueña». Aquí aparece la existencia de la Ermita de la Caridad, no recogida en el referido artículo publicado en el Programa de 1995.

Las actividades de estas congregaciones, unas eran benéfico-caritativas, y otras fomentaban el culto a la divinidad celestial que les daba su nombre. Pero en algunas ocasiones, demostraban tanto los elementos profanos, y resaltaban tanto lo lúdico y lo folklórico, que lo religioso quedaba «descafeinado», quedaba «lait», tan ligero de contenido cristiano, que estas manifestaciones envolvían y eclipsaban la motivación religiosa, quedando ésta casi en la penumbra.

La mayoría de estas organizaciones tuvieron su actividad en el siglo XVIII, siglo de la Ilustración, y al ser la celebración de sus fiestas tan numerosas y, a la vista de los excesivos desmanes que se producían en sus manifestaciones festivas, impulsó al Conde de Aranda (Primer ministro de Carlos III) a hacer un Censo de Cofradías, Hermandades y Gremios, en el que se detallasen las fiestas de la época y sus excesivos gastos, al objeto de tener un exacto conocimiento de los mismos y frenar lo que él consideraba excesos en estas manifestaciones religiosas exteriores, que llevaban a la ruina económica y que no demostraban una devoción sincera, sino simplemente exhibicionismo. Este Censo (según Mª del Prado Ramírez, en su trabajo de licenciatura), fue realizado del 9 al 22 de octubre de 1770, por los alcaldes ordinarios de Villarrubia Pedro Camacho de Yébenes y José Antonio López, y Rejidor y personero del común de esta villa, y hacen un relato de todas las cofradías y mayordomías que había entonces, de las que algunas aún existen.

No obstante, en el fondo, la cultura de estas corporaciones, tanto las extinguidas como las actuales, tenían y tienen una base cristiana, por lo que creo que hay que valorar positivamente, de algún modo, este tipo de festejos y manifestaciones que mantenían y siguen manteniendo viva cierta cultura popular tradicional religiosa y cristiana, la cual ha formado parte de la historia de nuestro pueblo.

Ciudad Real, Febrero de 1998.

FABIÁN MARTÍNEZ REDONDO

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