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Guerras Carlistas en Villarrubia de los ojos

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Los carlistas son una línea de la casa de Borbón española que desde 1833 reivindica la corona frente a la reina isabelina. En 1829 Fernando VII se casó con su sobrina María Cristina de Borbón; y cuando ésta quedó en cinta Fernando VII hizo realidad la Pragmática Sanción de 1789, que garantizaba la sucesión directa con independencia del sexo. Esta decisión del rey provocó tirantez con su hermano Carlos María Isidro de Borbón. María Cristina dio a luz una niña -Isabel- considerada desde su nacimiento como heredera y se produjo la ruptura familiar y, desde ese momento, los bandos se fueron delimitando cada vez más: María Cristina recibió el apoyo de gran parte de los políticos moderados y los liberales. Don Carlos tuvo el apoyo de los absolutistas exaltados, llamados realistas y puros religiosos apostólicos. La cuestión se saldó con las llamadas guerras carlistas que ensangrentaron al suelo español en el siglo XIX.

1ª Guerra Carlista

Estalló en 1833 porque el infante Carlos María Isidro de Borbón, hermano del Fernando VII, no quiso reconocer como princesa de Asturias a la hija primogénita de este rey, y terminó en 1839 por el convenio de Vergara, por la reconciliación de los ejércitos liberal y carlista, el 31 de agosto de 1839, en que los generales Espartero y Maroto se abrazaron confirmando públicamente el final de la primera guerra carlista.

Los carlistas en La Mancha

Inauditos esfuerzos hacían en la Mancha para organizar sus actuaciones. En nombre de Carlos V levantaban partidas de 100 y 200 hombres, aunque su menor preocupación era batir a las fuerzas liberales, aunque fuesen pequeñas, sino lo que más les importaba era que les impidieran sus correrías, pues huían de los pueblos guarnecidos, y si alguna vez se veían perseguidos, corrían a esconderse en lo más escabroso de los montes. Por esto se cuidaban poco de aumentar su gente; cuantos menos fueran, eludían con más facilidad las persecuciones.

Uno de los principales cabecillas de la Mancha fue Manuel Adame «El Locho», nacido en Ciudad Real a finales del siglo XVIII, de padres humildes, en su juventud ejerció toda clase de trabajos, hasta que en la invasión francesa sentó plaza como soldado, pero pronto desertó para volver a la Mancha y hacer la guerra sin sujeción ni disciplina. De espía del gobierno prestó importantes servicios a la causa nacional. A la conclusión de la guerra de la independencia tenía el grado de Alférez, retirándose con una pensión diaria de diez reales.

En 1821 volvió a tomar las armas en favor del absolutismo del rey Fernando VII, logrando por el prestigio de su nombre reunir mil quinientos caballos, con los cuales fue el autor de punibles excesos que le dieron una triste celebridad, consiguiendo el empleo de coronel, con una pensión de 12.000 reales.

A la muerte de Fernando VII, conspiraba contra Isabel II, formando una partida de facciosos carlistas presentándose en los Montes de Toledo aclamando a Carlos V. A la sombra de su estandarte invocando el puro y sacrosanto nombre de la religión católica, dio rienda suelta a sus brutales instintos de su feroz carácter. Logró reunir doscientos hombres y su infatigable actividad le hace eludir y desentenderse de las tropas liberales que le perseguían en todas direcciones. Huye de Extremadura donde en Villanueva de la Serena le salen al encuentro los urbanos y algunas tropas liberales, trasponiendo sierras y montes apareciendo donde menos se le espera sorprendiendo a pueblos indefensos. El 13 de Abril de 1834 aparece en Villarrubia de los Ojos de Guadiana sacrificando a siete hombres:

José Ramírez, marido de Dorotea Maján¸
Jesús Ramírez, soltero hijo de Diego, difunto, y de Facundo Gil de Castro.
Pío Martínez, marido de Gregoria Fino
Juan Antonio Romero, marido de Dionisia Gómez Polo
Tomás Mercader, marido de Josefa Sánchez de la Orden
Isidro Infantes, soltero hijo de Juan y de (no figura su nombre) Villaverde
Manuel Maján, soltero hijo de Francisco y Basilia Gómez
Dichas muertes están reflejadas en el libro de defunciones de la Iglesia Parroquial, cuyas actas dicen así:

“En Villarrubia de los Ojos de Guadiana, día trece de abril de mil ochocientos treinta y cuatro: Habiendo acometido a esta villa una partida de rebeldes a la Reina Ntra. Señora Dª Isabel Segunda, salieron varios vecinos urbanos a la defensa de ella y principiada que fue la acción de estos contra aquellos quedó muerto de un balazo José Ramírez natural de esta villa y marido de Dorotea Maján, ambos vecinos de la misma. No recibió ninguno de los Santos Sacramentos, ni hizo disposición testamentaria, se le enterró de gratis habiendo hecho las exequias correspondientes y para que conste lo firmé como cura párroco = Matías González Soler”.

“En Villarrubia de los Ojos de Guadiana, día trece de abril de mil ochocientos treinta y cuatro: Habiendo acometido a esta villa una partida de rebeldes a la Reina Ntra. Señora Dª Isabel Segunda, salieron varios vecinos urbanos a la defensa de ella y principiada que fue la acción de estos contra aquellos quedó muerto a balazos Jesús Ramírez, de estado soltero, hijo de Diego difunto y de Facunda Gil de Castro, natural y vecino de esta villa, en cuya virtud se le hicieron las exequias correspondientes y se le dio sepultura Ecca. en el Campo Santo de esta villa: No pagaron dinero alguno y para que conste lo firmé como cura párroco = Matías González Soler”.

“En Villarrubia de los Ojos de Guadiana, día trece de abril de mil ochocientos treinta y cuatro: Habiendo acometido a esta villa una partida de rebeldes a la Reina Ntra. Señora Dª Isabel Segunda, salieron varios vecinos urbanos a la defensa de ella y principiada la acción que fue el fuego quedó muerto de un balazo el urbano Pío Martínez marido de Gregoria Fino, natural y vecino de esta villa. Habiendo dado a su cadáver la sepultura Ecca. En el Campo Santo de esta misma villa, se le hicieron las exequias correspondientes y no pagaron dinero alguno y para que conste lo firmé como cura párroco = Matías González Soler”.

“En Villarrubia de los Ojos de Guadiana, día trece de abril de mil ochocientos treinta y cuatro: Habiendo acometido a esta villa una partida de rebeldes a la Reina Ntra. Señora Dª Isabel Segunda, salieron los milicianos urbanos a la defensa a las doce menos cuarto de la mañana a la defensa de ella y principiado que fue el ataque quedó muerto Juan Atº Romero, marido de Dionisia Núñez Polo natural de Urda, pero vecinos de Villarrubia, en cuya virtud se dio sepultura Ecca. en el Campo Santo de esta villa al cadáver: se hizo todo de gratis y para que conste lo firmé como cura párroco = Matías González Soler”.

“En Villarrubia de los Ojos de Guadiana, día trece de abril de mil ochocientos treinta y cuatro: Habiendo acometido a esta villa una partida de rebeldes a la Reina Ntra. Señora Dª Isabel Segunda, salieron varios vecinos urbanos a las doce menos cuarto de la mañana a la defensa de ella y principiada que fue la acción de estos contra aquellos quedó muerto a balazos Tomás Mercader, marido de Josefa Sánchez de la Orden y natural de Consuegra, pero vecinos de Villarrubia. Se le dio sepultura Ecca. En el Campo Santo de esta villa al cadáver: No pagaron dinero alguno y para que conste lo firmé como cura párroco = Matías González Soler”.

“En Villarrubia de los Ojos de Guadiana, día trece de abril de mil ochocientos treinta y cuatro: Habiendo acometido a esta villa una partida de rebeldes a la Reina Ntra. Señora Dª Isabel Segunda, salieron a la defensa de la misma los milicianos urbanos a las doce menos cuarto de la mañana a la defensa de la misma y después de concluido el ataque y al tiempo que se marchaban los rebeldes se encontraron con el miliciano urbano Isidro Infantes, soltero hijo de Juan y de (no figura su nombre) Villaverde natural de esta villa, el cual venía con dos cargas de leña del monte, y conocido que fue por aquellos, le fusilaron y no se le dio ninguno de los auxilios espirituales: Está sepultado su cadáver en el Campo Santo de esta villa: No pagaron dinero alguno y para que conste lo firmé como cura párroco = Matías González Soler”.

“En Villarrubia de los Ojos de Guadiana, día trece de abril de mil ochocientos treinta y cuatro: Habiendo acometido a esta villa una partida de rebeldes a la Reina Ntra. Señora Dª Isabel Segunda, salieron varios vecinos urbanos a las doce menos cuarto de la mañana a la defensa de ella y principiada que fue la acción de estos contra aquellos quedó muerto a balazos el miliciano urbano Manuel Maján natural de esta villa, de estado soltero, hijo de Francisco y de Basilia Gómez: No recibió ninguno de los auxilios espirituales. Se le dio sepultura Ecca. En el Campo Santo de esta villa: No pagaron dinero alguno y para que conste lo firmé como cura párroco = Matías González Soler”.

Asentamiento del cabecilla Jara en las huertas de Renales.

En la fachada sur de la casa de Renales de abajo, junto al camino de Malagón, más conocida ahora por Casa de «Ricardito» Ibáñez, en su fachada Sur hay una placa que dice: «Aquí estuvo la Comandancia General de los Carlistas de la Mancha, cuando el Excmo. Sr. D. José Jara García, Brigadier de S.M. el Rey Don Carlos V, asentó en este lugar su punto de mando, en el año MDCCCXXXVI (1836)».

Jara estaba por junio en las inmediaciones de Bohonal y Valle de Valtuerto, pero fueron acometidos los suyos el día 15 de junio de 1836 y tuvieron que dispersarse en pequeños grupos.

El 20 de octubre de 1836 es también abatido Jara en las inmediaciones de la Iglesuela, cerca de Talavera y se guarece con sus voluntarios en un espeso bosque.

El 3 de mayo de 1837 sufrieron una severa derrota en Béjar donde fueron hechos prisioneros Jara y otros cabecillas, con unos 60 oficiales y 900 individuos de tropa.

El 23 de mayo de 1837, a Jara y otros cabecillas con unos 400 caballos, fueron perseguidos y abatidos por el coronel Castro cerca de la Torre de Esteban Abraham, obligándoles a dispersarse en grupos para evitar su completa derrota.

El 29 de mayo de 1837, por la facción de Jara, que capitaneaba más de 300 caballos y unos 100 infantes, invadió Castiblanco (Cáceres). Los 36 hombres que lo defendían se hicieron fuertes encerrándose en la casa-pósito en el centro de la plaza, como no se rendían los invasores prendieron fuego al recinto quedando reducida a cenizas gran parte de la población.

A mediados de octubre se aproximó Jara en una de sus correrías a Plasencia donde en sus proximidades hizo retirarse a los liberales hasta Cáceres.

En noviembre, Jara con unos 1.500 hombres permanecía tranquilo en Alía, instruyéndoles en ejercicios, y a los oficiales en academias.

El día 19 la tropa liberal prosigue la persecución de Jara.

1838. Habíase replegado Jara a los montes de Alamín a instruir a los que había afiliado, y cuando creyó poder contar con ellos para salir al campo se presentó en la margen izquierda del puente de Alcántara de Toledo, donde tuvo que huir de nuevo perseguido por la fuerza liberal hasta Ajofrín continuando su ruta a los Yébenes, siendo allí atacado de nuevo el día 18 de febrero abandonando el pueblo emprendiendo una desordenada y rápida fuga, dejando en poder del general Flinter unos 300 heridos y sobre 1300 prisioneros, con unos 100 muertos. Los caballos, armas y efectos aprehendidos fueron numerosos; se rescataron los músicos de Polan, que con sus instrumentos se llevara Jara para entusiasmar a su bisoña gente.

El 24 de diciembre son hostigadas las fuerzas carlistas en la desembocadura del Tiétar, donde vemos de nuevo a Jara que huye con otros cabecillas, dejando desolación en sus terribles y rápidas correrías.

El triunfo de los liberales en Valdepeñas, el 14 de marzo de 1837, desalentó a los carlistas que sufrieron un duro golpe por la pérdida de efectivos de muertos, heridos y prisioneros. Los que pudieron escapar se dirigieron el 15 a Villarta de San Juan y a Villarrubia de los Ojos para irse después a Orgaz por Fuente el Fresno y los Yébenes; y volver el 1 de abril a Villarrubia por el Molinillo, los Cortijos de Malagón y Fuente el Fresno.

La derrota sufrida el 14 de mayo de 1837 en los campos de Argamasilla de Calatrava dispersó a los guerrilleros carlistas en distintas direcciones, extendiéndose 150 hombres sobre Fernancaballero, Fuente el Fresno hasta Villarrubia de los Ojos.

Sin apenas tener descanso, se reagrupan los cabecillas reclutando gente a la vez, y el 22 de junio fueron batidos en Villarrubia unos 1.200 infantes carlistas, con 60 caballos.

2ª Guerra carlista

La 2ª Guerra Carlista se produjo cuando Carlos Luis de Borbón, conde de Montemolín, pretendiente de Isabel II y de la Corona, en el año 1847, se hizo llamar rey con el nombre de Carlos VI.

En mayo de 1848, para el levantamiento montemolista en Extramadura y la mancha se había unido Blas María Royo (que ya actuó de comandante general en Cataluña en la 1ª guerra carlista) a Mariano Peco que estaba en Portugal, para la formación de un escuadrón, y al final de junio penetraron ambos jefes en España por Badajoz llegando a Villanueva de la Serena donde Royo publicó una proclama a los españoles llamándoles a las armas al grito de ¡viva el rey! Y que don Carlos VI convidaba a la paz, olvidando pasadas disensiones. Allí se hicieron con provisiones, caballos y hombres que se unieron a la causa, y desde allí cuando se dirigieron a Campanario para seguir reclutando hombres tuvieron el primer encuentro con los liberales que les esperaban a las afueras del pueblo, y Royo que iba en cabeza se volvió a escape para penetrar días después en la provincia de Ciudad Real llegando hasta las proximidades de Fernancaballero donde se le unieron 12 hombre armados, continuaron hasta Torralba, pero estando al amanecer en las paredes del pueblo oyeron ruido de caballos de un escuadrón de liberales, se retiraron hacia Malagón donde pernoctaron algún tiempo en la venta de la Zarzuela.

Allí Royo se separó de Peco protestando por no poder soportar aquél tipo de guerra y con unos cuantos hombres a caballo se dirigió a los Yébenes; en este trayecto es cuando llega al Santuario de la Virgen de la Sierra para exigir al pueblo de Villarrubia. Este cabecilla, a través de la santera, Epifanía Romero Gómez-Porro, mandó un escrito al Ayuntamiento de Villarrubia de los Ojos exigiéndole provisiones, de cuyo contenido del escrito, y contestación del Alcalde al mismo, se hace eco el Goberna­dor Civil, máxima autoridad de la provincia, en el Boletín Oficial de Ciudad Real, de fecha 11 de Septiembre de 1848, que dice:

“Con fecha 9 del corriente me participa el Alcalde de Villarru­bia, que a las 2 de la tarde de dicho día se le había presentado la santera de la Virgen de la Sierra con un oficio del faccioso Royo, en el que exigía a dicha villa la cantidad de 1.200 rs. por valor de 200 raciones de toda especie a cuya exigencia contestó el Ayuntamiento y mayores contribuyentes, que aquel pueblo estaba decidido a no transigir de modo alguno con la Facción, como hasta ahora lo tienen acreditado en cuantas ocasiones se le han presentado y que por consiguiente no tan solo se negaba a dar esta cantidad sino que está pronto a defenderse de cualquiera tentativa que proyecten los facciosos; cuya contestación he determinado se publique en el boletín oficial para satisfacción de aquella Corporación y de todos los vecinos de Villarrubia, esperando que, en casos de este género, la conducta de los pueblos de la provincia será igual a la de esta villa. Ciudad Real, 11 de Septiembre de 1848.- E.V.P.D.C.P.G.P.I.- Vicente José Recuero.

Tras la negativa del Alcalde y la junta de vecinos, continuó Royo a los Yébenes donde también fue rechazado por el Alcalde.

Por aquellas fechas un Boletín Extraordinario de Ciudad Real, fechado en sábado 16 de septiembre de 1848, publicaba una circular del Gobernador Civil que decían: Dirección de Gobierno. SEGURIDAD PÚBLICA. Los pueblos de Fuente el Fresno y Malagón me dicen lo siguiente: ALCALDÍA CONSTITUCIONAL DE FUENTE EL FRESNO.- Esta villa conociendo sus intereses y queriendo dar una prueba nada equívoca de su adhesión al Gobierno de S.M. la Reina Nuestra Señora Dª Isabel II (Q.D.G.) ha resuelto resistir las agresiones de los latro-facciosos, que han tenido la osadía de pisar esta provincia pagados sin duda por el oro extranjero.- Lo que de acuerdo del ayuntamiento constitucional que presido comunico a V.S. para su inteligencia, satisfacción y fines convenientes, quedando en remitir a V.S. el acta que ha precedido para esta resolución.- Dios guarde a V.S. muchos años. Fuente el Fresno 14 de septiembre de 1848.- Lucas Serna.

PRESIDENCIA DEL AYUNTAMIENTO CONSTITUCIONAL DE MALAGÓN.- Adjunta dirijo a V.S. una certificación del acta celebrada en el día de ayer entre este ayuntamiento y vecinos honrados y de alguna categoría en la que se acordó unánimemente la defensa de esta población en caso de ser invadida por los enemigos del orden público y actual régimen de gobierno que vagan por este país.- Dios guarde a V.S. muchos años.- Malagón 15 de septiembre de 1848.- Rafael Bastante.

Paisanos; los dos únicos pueblos de esta provincia que he visitado, después de ser Jefe político han respondido patrióticamente a la invitación amistosa que les he dirigido, para defenderse de los rebeldes. Estos pueblos serán por mi atendidos con particular predilección; si los demás no imitan su ejemplo el castigo que les impondré formará época en los factos de esta provincia.- Ciudad Real 16 de Septiembre de 1848.- José Osorio.

3ª Guerra Carlista.

La 3ª estalló en 1872 porque Carlos María de los Dolores de Borbón, que había heredado los pretendidos derechos de su tío Carlos Luis, hijo de Carlos María Isidro, quiso disputarle el trono a Amadeo I, para reinar con el nombre de Carlos VII, y terminó en 1876 con la toma de Estella por Fernando Primo de Rivera.

En la Mancha hubo menor actividad carlista que en las guerras anteriores, pues al parecer sólo en 1874 merodeaban por el campo de Calatrava, operando tan pronto en un pueblo como en otro, sin que fueran obstáculo para sus correrías el Guadiana o los montes, sabiendo eludir con pasmosa actividad la persecución más activa.

Atrocidades cometidas por ambas partes en la primera guerra carlista

El comandante general gubernamental de Ciudad Real, llamado Trinidad Balboa, Cuando fue nombrado comprendió el lamentable estado de su territorio, lo especial de la guerra que se practicaba en él, los crímenes que se cometían y el rigor que debía emplearse; y en su consecuencia, publica un bando riguroso el 25 de Agosto de 1839, que por sus efectos tan horribles e inhumanos llevó al patíbulo a inocentes víctimas, mujeres embarazadas y niños.

En Fuente el Fresno llevó al patíbulo a un niño de cuatro años llamado Francisco Martín, que fue preso en represalia por ser hijo de un carlista, incluido en el sorteo le tocó el número fatal. Inútilmente todos se interesaron por él y el 4 de julio de 1840 fue conducido al suplicio, llevándole de la mano un soldado de los que formaban el piquete para fusilarlo. Triscaba como inocente corderillo la tierna criatura creyendo lo llevaban a jugar y decía: «Me compraréis naranjas y tostones, y no me haréis pupa, ¿no soldadito?, ¿ni a mi padre ni a mi madre tampoco?». Lloraba el militar que le conducía, los que formaban el cuadro no podían contener la emoción, y el piquete que había de hacer la descarga temblaba a la vista de tan inocente e inhumano sacrificio. Afectados todos, y sin quererse desprender el niño de su lado, que a todos hablaba y con todos quería jugar, enternecido el mismo jefe, echó a rodar una naranja, corrió aquel ángel a coger el cebo de su muerte y le hicieron una descarga cayendo a tierra a impulso de las balas que traspasaron su vientre, saliendo de aquellas cruentas heridas parte de las tripas y entrañas. Los espectadores, horrorizados las vieron sostener con sus inocentes manos al niño, que exclamó: No matar, no hacerme pupa… y se dirigía hacia los soldados que, obedeciendo los nuevos mandatos amenazantes del jefe que dirigía el piquete, volvieron a descargar temblando las mortíferas armas, y al fin lo remataron.

Los carlistas que no se presentaron a indulto se retiraron a la sierra, pero se vieron perseguidos hasta que fueron capturados. Entre éstos estaba el padre del niño de cuatro años fusilado, el cual sufrió la muerte en garrote vil, en Madrid el 9 de febrero de 1843. Su infeliz y honrada mujer, la madre de aquella víctima inocente, puede servir de heroína de un drama por las inmensas vicisitudes de su vida.

De los carlistas que no se presentaron a indulto, entre ellos, estaba el “Manco de Cañamón”, vecino de Villarrubia, por lo que seguían las escaramuzas en estos territorios. El comandante de armas de Villarrubia de los Ojos, don Rafael Angulo, envió un pliego a Manzanares, cogió el Manco de Cañamón al mensajero y en la refriega le cortó una oreja. Al saberlo Balboa, mandó fusilar a la mujer del Manco, que estaba embarazada y presa en represalia. El marido al saber el suceso, cogió varios trabajadores, comisionó uno a decir al comandante que enviara carros para recoger muertos, y mató a seis, dejando a varios heridos. Balboa entonces mandó fusilar dos por cada uno de los que había matado el Manco, y dispuso se fusilara hasta nueve por suerte, excepto el padre, la madre y las dos hermanas, una criando y la otra embarazada, que lo fueron sin sorteo.

Y como si esto no bastara, como si fuera preciso exterminar a toda la familia, aún presenció el mismo pueblo otro asesinato inaudito, inhumano y feroz en un niño de diez o doce años, último vástago de la familia del Carlista Contento. En represalias de haber sido fusilada la mayor parte de su familia, asesinó Cañamón y otros compañeros a once inofensivos paisanos que cogieron en el campo, dejando gravemente heridos a otros. Al saberlo el comandante de armas, averiguó que aún quedaba aquel niño, lo buscó y le halló en un tejado cogiendo nidos de pájaros, que como había quedado huérfano era su ocupación diaria junto a pedir limosna para mantenerse: se negó a bajar presintiendo su suerte -¡tal costumbre había de matar!-, le bajaron dos soldados, y desde allí mismo le condujeron extramuros del pueblo y le fusilaron.

Según la nota bibliográfica de Antonio Pirala, los detalles de los fusilamientos de muchas mujeres y embarazadas, y de infinitos horrores por una y otra parte, pueden verse en el «Diario de un Médico», por don Máximo García López, que intervino en algunos hechos.

En la página 285 del libro de defunciones hay la siguiente nota:

Fusilados

En Villarrubia de los Ojos de Guadiana, el 5 de octubre de 1839, murió fusilada, por orden del Sr. Comandante de esta provincia y por sus tropas, Victoria Hernández, mujer de Antonio Gallego, naturales de Consuegra, y vecinos de esta villa y en el mismo día se dio sepultura en el Campo Stº de la misma, y para que conste los firmé: José Caravantes”

El día 7 de octubre de 1839, se dio sepultura a los cadáveres:

Donato Martín-Moreno de 50 años, marido de María Álvarez.
María Álvarez, de 45 años, mujer de Donato Martín-Moreno.
Valentín Gallego, de 80 años, marido de Faustina Casas.
Faustina Casas, de 80 años, mujer de Valentín Gallego.
Olayo Gómez Díaz, de 16 años, soltero.
Juana Contento, de 40 años, mujer de José Justel, la que se hallaba embarazada.
Inés Gallego, de 35 años, mujer de Manuel Martínez, la que también se hallaba embarazada de ocho meses.
Teresa Molina, de 70 años, viuda de Juan Antonio Crespo.
María García, de 65 años, viuda de Antonio Torrubia.
Los que habían sido fusilados en represalia por orden del Comandante de esta provincia, y para que conste lo firmé: El Teniente, José Caravantes.

Fusilados

En Villarrubia de los Ojos de Guadiana, día 28 de mayo de mil ochocientos cuarenta, recibió los Sacramentos Santos de Penitencia y Comunión, murieron fusilados de orden del Comandante General de esta Provincia y por sus tropas,

1. 28-5-1840. Juan Arribas, marido de Cirila Camacho.
2. 28-5-1840. Agustín Solís, soltero, hijo de Antonio y de Bernarda Camacho.
3. 28-5-1840. Balbino Solís, soltero, hijo de Antonio y de Bernarda Camacho.
4. 28-5-1840. Gregorio Rico, soltero, hijo de José y de María Portugués.
5. 5-6-1840. Victoriano Gómez-Díaz, de 15 años, hijo de Antonio y de Juana Contento, ya difuntos.
6. 6-7-1840. Manuel Alises, marido de María Millán

naturales de esta villa, y en el día mismo se dio sepultura Eclesiástica a sus cadáveres y lo firmé = Cayetano Carrera y López.

Asesinados

En Villarrubia de los Ojos de Guadiana, día 3 de junio de mil ochocientos cuarenta, murieron asesinados en despoblado de este término:

1. 3-6-1840. Felipe Ropero, marido de María Manuela Delgado.
2. 3-6-1840. Luis Cadenas, viudo de María García Lengo.
3. 12-7-1840. Antonio Fino, marido de Matea Redondo.
4. 12-7-1840. Vicente Romero, marido de Juliana Rabadán.
5. 12-7-1840. Francisco Retamero, marido de Manuela López Mayor.
6. 12-7-1840. Félix Ruiz del Moral, marido de María de la O Illescas.

naturales de esta villa, y en el día mismo se dio sepultura Eclesiástica a sus cadáveres y lo firmé = Cayetano Carrera y López.

Según el Libro de Actas de Sesiones de la Corporación Municipal de nuestro Ayuntamiento, comprendido en la Caja A-3 del archivo municipal, en la Sesión celebrada el día 5 de noviembre de 1842 el punto dos de la orden del día dice:

“Igualmente por el Sr. Presidente se dio cuenta de un oficio del Comandante de la cuarta columna móvil D. Campío Feijó y Taboada por el que participa la muerte del forajido Antonio Gallego Lerma, conocido por el Manco de la Cañamona, y el Ayuntamiento enterado acuerda que por dicho Sr. Presidente se conteste al expresado D. Campío Feijó manifestándole lo grata que le ha sido a la corporación tan plausible ocurrencia”.

Conclusión

La historia de las guerras carlistas es un estudio hecho por un contemporáneo, Antonio Pirala. Es la historia de un enfrentamiento armado entre conciudadanos. Es un estudio que en nueve volúmenes describe y analiza la disputa por la supremacía entre los grupos que propugnaban una España más moderna a tono con la Europa desarrollada y aquellos otros partidarios del mantenimiento tradicionalista de las viejas estructuras. Antonio Pirala recogió toda la información disponible, consultó a los protagonistas, visitó los escenarios de los hechos y después escribió su relato, el cual nos ha ayudado mucho a conocer un poco el desarrollo, en nuestro pueblo, de estos acontecimientos.

De las tres guerras carlistas vemos que en nuestro pueblo la más cruenta fue la primera que duró siete años, las otras dos se puede decir que fueron conatos que no fueron más allá de la intimidación, pues sus efectos no fueron tan horribles y devastadores.

Pasando ligeramente la vista por estos acontecimientos, vemos que no fueron campañas de lucha por unos ideales; eran guerras de vandalismo, a veces, sin otro plan ni objeto que el pillaje, las venganzas y el saqueo; sin ninguna otra regla ni pensamiento elevado, brotando por todas partes horrores y siendo el terror de la humanidad sus hordas indiscriminadas, refugio de muchos criminales.

En un principio estas partidas, tenían poca importancia, pero fueron más temidas por su número y osadía; tomaron la ofensiva en varios puntos, y eran estériles los esfuerzos de las pequeñas fuerzas que las perseguían, que se hacían necesarias para proteger a los pueblos de sus temidas invasiones y la vida del viajero inofensivo.

A los labradores les obligaban a abandonar sus cultivos. No podían labrarse las tierras, porque no estaban libres las yuntas, ni se podía circular libremente por los caminos si no era en convoyes. Bastaba una cuadrilla de 10 hombres para invadir y saquear un pueblo.

Cuando se conoció el convenio de Vergara empezaron los carlistas a presentarse a indulto; pues desde entonces, los que habían tomado las armas por defender sus principios no tenían ya motivo para seguir empuñándolas, y a los que continuasen con ellas, más que a partidarios de una causa política, podían considerárseles como secuaces del vandalismo. Desde entonces la situación podía llamarse ya de lisonjera, pues salían los labradores a cultivar sus campos, podían pastar los ganados, comunicarse libremente unos pueblos con otros, y volver poco a poco al estado de sosiego que da la paz.

Comenzaba noviembre de 1839 y publicó Balboa esta alocución:

«Comandancia general de las provincias de Ciudad Real y Toledo.- Manchegos y toledanos: cuando cesan las causas tienen que desaparecer los efectos. Bajo de este principio y estando ya pulverizada la facción del ladrón y asesino Palillos, y éste huyendo espantado de estas provincias, os levanto la prohibición que os impuse en mi bando de 15 de Agosto último de no poder pasar a los montes que en él se expresaban, pues que mi fin era quitarle los inmensos recursos y auxilios que recibía de sus paniaguados.- Ansiaba con todo mi corazón que llegase este venturoso día para que pudieseis atender libremente a vuestras comunes necesidades y cuidar de vuestros respectivos intereses, que era el blanco de mi deber y de mi deseo: felizmente lo he conseguido.- Lo que os prevengo, y de su cumplimiento encargo bajo su responsabilidad a las autoridades civiles y militares, es que ninguno pueda transitar fuera de una legua de su pueblo sin llevar un pase que el punto donde se dirige, expresando la condición del viajero y el motivo de su salida, conminando al que faltare, al pago de diez ducados de multa, y si por ser pobre no pudiese, a un mes de prisión, y además a ser castigado según la parte de culpa que le resultare. Igualmente prohíbo que cualquier forastero pernocte en los pueblos, sin que el vecino que los reciba en su casa dé con anticipación parte de su llegada a la autoridad competente; y al que faltare se le pondrá en prisión, quedando a las resultas del delito que aparecer pueda en el culpado.- Estas restricciones son en beneficio de los vecinos honrados y de todo hombre de bien, que no tiene la penosa necesidad de ocultar su cara y persona a sus semejantes; solo el malvado, el delincuente no más es el que procura sustraerse de esta justa y de ningún modo gravosa providencia.- Hágase publicar y pregonar para inteligencia de todos.»

Ciudad Real, 8 de marzo de 2004
Fabián Martínez Redondo

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