El buñuelo (cuenta la tradición que cuando te comes uno sacas un alma del purgatorio) lleva pocas décadas vinculado con la festividad de Todos los Santos. Con anterioridad no llevaban relleno, por eso se les llama “de viento”, y se degustaban en Semana Santa.
Este dulce se elabora friendo una masa de petisú (masa semicocida al vapor), mezclada con anterioridad con huevos y harina para conseguir una masa fina, que se rellena con crema pastelera (ahora se rellena con cremas de todo tipo de sabores) y se reboza con azúcar.
El origen de los huesos de santo parece estar en las cocinas de la Reina Isabel I. Su nombre se atribuye a la exclamación del Rey Fernando al probarlo y compararlo con los mismísimos huesos de santo.
Para su elaboración se machacan almendras, y esa masa almendrada se mezcla con clara de huevo y azúcar, creando un mazapán virgen que se deja reposar un día.
La masa se corta y enrolla a mano, creando canutillos que se dejan secar unas 72 horas. Una vez secos se bañan en una mezcla de agua y azúcar glas y se dejan secar otras doce horas. El último paso es rellenarlos con dulce de yema. /
Fuente: infosocuellamos