OFICIOS Y ACTIVIDADES DESAPARECIDAS EN NUESTRO PUEBLO

A continuación exponemos cómo han afectado al normal desarrollo de la vida social de nuestro pueblo, los oficios y actividades desaparecidas, tanto en la agricultura, en la industria, en la artesanía como en la construcción. Con la modernidad de los nuevos tiempos estas ocupaciones extinguidas han ido dando paso a otras formas de emplearse, adaptándose en el manejo de máquinas y nuevo utillaje para las producciones propias del municipio.

En la Agricultura

El cultivo de cereales es el que más ha cambiado en la ejecución de sus labores. Como se recordará, empezaba por la realización del barbecho que tenía lugar con el arado romano cuya fuerza motriz eran los animales del ganado equino, generalmente mulas, aunque también se hacía con la especie asnal y caballar, y en contadas ocasiones con bueyes. En este barbecho se realizaba la siembra a mano y a voleo. Siembra que al llegar a su madurez en verano, era recogida mediante una serie de operaciones que iban desde la siega a mano, el acarreo de la mies y su trilla en la era donde se obtenía el grano limpio. Este proceso requería gran cantidad de mano de obra.

Ahora, el poco cereal que aquí se siembra, tanto en la preparación del terreno como en la siembra y en la recogida del grano, con la maquinaria moderna se hace más cómodo y se ahorra tiempo, sin tantos trabajos y fatigas, por lo que apenas interviene la mano del hombre. Con esta modernidad han desaparecido, junto a estas faenas, las figuras del gañán, del sembrador, del segador y del trillador, habiendo quedado reducido a una sola actividad: La del tractorista.

En cultivos de regadío los trabajos también han sufrido cambios importantes, sobre todo en la forma de extraer el agua del subsuelo. Para éllo en Villarrubia había dos formas: Una era artificial y otra natural.

El modo artificial de sacar agua del subsuelo era mediante la noria. Artefacto que nos dejaron los árabes y que en Villarrubia se le denominaba «el arte», y podía ser de madera o de hierro, servía para elevar el agua de los pozos poco profundos, muy apropiados para las huertas de nuestro término, pues el agua se encontraba a poca profundidad, cuando no manaba en la superficie. Este artilugio constaba de dos grandes ruedas, una horizontal y otra vertical, con dientes que engranaban una en la otra. Las norias más modernas, eran de malacate con las dos ruedas de husillos engranados, formando un sólo cuerpo. La rueda horizontal estaba provista de un árbol, que en su extremo superior enchufaba una palanca, de longitud conveniente, para unir en la punta exterior el tiro del animal que la ponía en movimiento dando vueltas por un andén, en sentido contrario a las agujas de un reloj, que giraba sobre el eje de la rueda horizontal. Sobre el tambor de la rueda vertical colgaba una cadena sin fin, en forma de rosario hidráulico, en la que iban sujetos a distancias regulares los cangilones, de modo que subían llenos de agua, a la vez que bajaban los vacíos, después de verterla en la artesa, y que, ésta la vertía en la alberca o en la reguera que la llevaba a los cultivos.

Otra forma de regar los cultivos hortícolas era aprovechando el agua que manaba en la superficie a lo largo de la ribera del río Gigüela, que en muchos casos se hacía por su pie. Pero lo normal era que cuando el nivel del suelo no permitía aprovecharla directamente del manantial, el agua circulaba por zanjas abiertas en el terreno, entonces era necesario conducirla hasta el cultivo que se pretendía regar, para sacarla con cubos de forma que una persona metida en el agua de la zanja la echaba al cauce de riego.

Con la aplicación del avance de las nuevas técnicas y los cambios sociales, todo este proceso ha desaparecido, tanto la forma de extraer el agua del subsuelo como la que emergía espontáneamente a la superficie. Lo que determinó el progresivo deterioro de ese oasis tan fecundo como era la riqueza natural ribereña del Gigüela, viéndose ahora lo más parecido a una tierra calcinada.

En la Industria

La actividad industrial en Villarrubia principalmente siempre ha girado en torno a la producción agrícola, como son las bodegas, los molinos de aceite, los herreros y los carreteros.

En las bodegas, la uva tenía su entrada mediante carros cargados de «serillas» de esparto que contenían la uva que era descargada, una vez pesadas en básculas de unas cuatro serillas de capacidad. La uva pesada era estrujada por máquinas apropiadas en los lagares o jaraíces, y que, en las bodegas de mucha entrada de uva, una vez estrujada la que no daba tiempo a prensarla en el día se amontonaba para hacerlo en velada nocturna por la noche y extraer la totalidad del mosto. Este prensado se hacía a mano por lo que la cantidad de obreros necesarios era importante.

Así vemos que, igual que el acarreo ha cambiado mucho, que antes era con carros, cuya fuerza motriz eran las caballerías ahora se hace con los remolques arrastrados por tractores. El pesado de la uva que antes eran envases sueltos, ahora se pesa todo a la vez tractor y remolque con las grandes básculas a nivel del suelo. El proceso de extracción del mosto de la uva también ha cambiado mucho, pues las máquinas moledoras o estrujadoras han dado paso a las tolvas sinfines que conducen la uva a las máquinas centrífugas que desde éstas la vendimia pasa a los desvinadores donde tiene lugar la extracción total del mosto.

En las almazaras o molinos de aceite, como popularmente aquí gustamos decir, ocurre igual que en las bodegas. Ha cambiado el acarreo de los carros a los remolques; ha cambiado la forma de moler la aceituna que antes se molía con piedras en forma cónica llamadas rulos y ahora se hace con máquina trituradora más compleja; ha cambiado la forma de extraer el aceite de la masa de la aceituna molida, que antes se hacía con prensa hidráulica donde intervenían los capachos y agua caliente, ahora se hace con máquina centrífuga, donde se calienta la masa para ser extraído el aceite por la fuerza centrífuga, saliendo por un lado el orujo, por otro el alpechín y por otro el aceite limpio. Todos estos cambios ha originado el ahorro de mano de obra muy importante.

Oficios de Artesanía

El Herrero, que se dedicaba a trabajar el hierro que recibía sin labrar, en su taller denominado Fragua, hacía con él toda clase de trabajos, como eran los aros que servían de llantas para las ruedas de los carros; hacer todos los aperos de labranza como las rejas para los arados y calzarlas cuando se gastaban; hacer arados de los llamados romanos y calzarlos, cuando se gastaba el dental donde encajaba la reja; y todas las herramientas y utensilios propios para los trabajos agrícolas.

Era un oficio que también asumía las funciones propias de cerrajero, viéndose comprometido a hacer cerraduras, llaves, bisagras y pequeños herrajes en los que predominaba el trabajo de ajustado con la lima.

Para hacer bien su trabajo se tenía que rodear de elementos y herramientas adecuadas típicas del oficio, indispensable para realizar su trabajo. En una fragua se podía encontrar: Un fogón en el que se caldeaba el metal que se hacía forjar, y en el cual se activa la llama del carbón de piedra mediante un fuelle que emitía una corriente horizontal de aire. El yunque que era de hierro forjado con la cara superior plana de forma rectangular terminado en dos expansiones una cónica y otra prismática en forma piramidal, encontrándose ambas dentro del mismo plano de la tabla. Los martillos de diversos tamaños. Las tenazas también de varios tamaños. Un tornillo o más, de construcción robusta fijado a un banco de madera. La pileta del agua para enfriar las herramientas y las piezas trabajadas. Y un sin fin de utensilios que no es el caso enumerar aquí.

Este oficio de herrero le fue dando paso al de mecánico de tractores, al ir invadiendo éstos las funciones que desempeñaban las yuntas de mulas, que en pocos años prácticamente desapareció.

El de Carretero, era un oficio que el Diccionario lo define como «Constructor de carros y carretas». Este trabajaba la madera, y para fabricar un carro, necesitaba la estrecha colaboración del herrero, pues necesitaba de él todos los elementos metálicos que el carro llevaba, como eran las llantas metálicas de las ruedas y el resto de herrajes para hacer más sólida su construcción. Cuando era necesario poner las llantas a las ruedas, se unían ambos, carretero y herrero, y con la ayuda de sus oficiales (porque era una operación trabajosa y arriesgada), hacían una gran hoguera para calentar la llanta hasta que se ponía casi incandescente y así se conseguía su dilatación para acoplarla más fácilmente en la rueda. Una vez colocada la llanta, para conseguir su rápido enfriamiento, se le echaba agua en abundancia, así no se quemaba la madera y la unión quedaba sólida, y se terminaba la operación colocando los pasadores entre hierro y madera. De esta manera concluía la fabricación del carro.

Este oficio de carretero, al aparecer los remolques (que primero se hicieron para mulas y luego para tractores), le fue dando paso al taller de carpintería metálica, por lo que, igual que ocurrió con el herrero, desapareció en pocos años.

Otros oficios artesanos desaparecidos que se ejercían, desde muy antiguo y que requerían menos mano de obra, pero que también eran importantes para complementar las necesidades sociales, estos son: Alfarero, cuya actividad era hacer vasijas de barro. Batanero, cuyo trabajo era tupir los paños y lienzos de cáñamo que aquí se hacían, golpeándolo con grandes mazos de madera para dejarlo apto de ser utilizado en la confección u otros usos; esto lo harían a mano o con máquina movida por agua. Calderero, cuya actividad ejecutaba en su taller, haciendo calderas y otras piezas, forjando el hierro o el cobre. Cantero, era un oficio que se caracterizaba por labrar la piedra de sillares para las edificaciones. Cordelero, dedicado a hacer cuerdas de cáñamo para venderlas. Curtidor de pieles, que utilizaba para ello el jugo del zumaque que se producía en los campos de Villarrubia. Espartero, que tejía el esparto y hacía envases utilizados en la agricultura y en la construcción, como las espuertas, las serillas y otros muchos útiles para la agricultura y en el hogar como las esteras, serijos, etc. Esquiladores, que cortaban el pelo y la lana a los animales. Herradores, cuya herradura semicircular clavaban en el casco de las caballerías. Pelaire, cuyo trabajo consistía en preparar el cáñamo o la lana del ganado para dejarla útil de poderla tejer. Sastres, cuyo oficio era el de hacer prendas de vestir, generalmente de hombres como chaquetas, pantalones o trajes completos. Talabarteros o guarnicioneros, artista que hacía artículos de cuero de diversa utilidad, como arreos para el atalaje de caballerías para el arrastre de carruajes y enjaezarlas para los festejos, sillas de montar, cabezales, petacas, carteras, etc.

De algunos de estos oficios, aún quedan reminiscencias, como es el caso de sastre, esquilador o guarnicionero.

En la construcción

En la construcción se ha perdido o mejor dicho ya no se utilizan los tapiales para hacer muros, que era un molde formado de dos tableros que, sujetos con los «costales» y las agujas, se colocaban verticales y paralelos, y se iban rellenando con tierra bien humedecida sin llegar a hacerse barro, prensándose trabajosamente con pisones. Esta técnica tan ancestral, casi prehistórica, ha dado excelentes resultados en la construcción de edificios, pues se obtenía con ella muros fuertes y robustos, prueba de ello son los muros de tapial con los que están edificados la gran mayoría de las casas solariegas que existen en nuestro pueblo y por extensión en todas las poblaciones.

El oficio de yesero también ha desaparecido, pues en Villarrubia había varias familias que vivían de la fabricación del yeso negro o gris, que era el que se utilizaba en la construcción. Este yeso se extraía normalmente de las yeseras que abundaban en la Dehesa Boyal, de donde se obtenía un yeso muy apreciado en nuestra localidad y en los pueblos de nuestro entorno. En las canteras se extraía en bloques de piedra que era quemada en las horneras adecuadas para hacerlo apto para ser utilizado en enlucidos de paredes y en muros de mampostería.

Como vemos, son varias las actividades desaparecidas, tanto en la agricultura, en la industria como en la construcción. Referente a los oficios artesanales que han dejado de existir, diremos que, aunque en nuestros días no hemos conocido algunos de ellos, sí sabemos que se han ejercido. Hay documentos que así lo acreditan. Las declaraciones de los vecinos de Villarrubia para el Catastro del Marqués de la Ensenada, hechas en el año 1753 mencionan la profesión de cada uno de ellos, y el Censo Electoral, del 26 de Junio de 1890, contiene igualmente la profesión de cada uno de los electores relacionados.

Ciudad Real, Agosto de 2000

FABIÁN MARTÍNEZ REDONDO

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