El presunto asesino de Villarrubia se comportó con “frialdad y coherencia” después del crimen

El jefe de la Policía Judicial de la Guardia Civil que lo detuvo en Villarta lo encontró “tranquilo, sereno y colaborador”, sin signos de estar alterado por la cocaína o borracho. Ya ahí declaró que no recordaba nada, “algo totalmente incoherente con sus acciones”, según los guardias

El presunto asesino machista de Villarrubia de los Ojos, José Manuel Illescas, se comportó con “frialdad y coherencia” las cuatro horas que pasaron desde que degolló a su pareja, Dolores Gozas y ocultó el cuerpo bajo el canapé de la cama, en el piso familiar de Villarrubia; hasta que lo detuvo la Guardia Civil en un bar de su pueblo, Villarta de San Juan, localidad a la que se desplazó en coche después del crimen.

“Una persona alterada por el consumo de estupefacientes no actúa así, este hombre demuestra una coherencia en todas sus acciones para entorpecer la labor policial”, ha declarado el jefe de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Ciudad Real, el capitán Francisco Jiménez Bañales, que dirigió la investigación y detuvo al presunto asesino. “Estaba sereno y tranquilo cuando le leímos sus derechos, olía alcohol, pero no estaba alterado”, ha contado el guardia con diecisiete años de experiencia en policía judicial.

Rechazó que lo examinara un médico

Illescas rechazó por dos veces que lo examinara un médico y cuando el capitán le preguntó directamente qué había pasado dijo que no recordaba nada, “algo que no me creí”, ha asegurado. En el cacheo le encontraron también una bolsita con 10 gramos de cocaína, que suponen que se compró para consumirla después del crimen, una vez que huyó de casa de Dolores, sacó dinero de la cuenta de ella, y se refugió en el bar de Villarta en el que lo detuvieron a las 21.30 horas de ese día, el 27 de diciembre de 2020.

Le hicieron la reseña dactilar sin problema

La Guardia Civil tampoco tuvo problemas para tomarle las huellas dactilares habitual reseña de detenidos, “que es imposible hacer a personas drogadas, por el sudor y el nerviosismo, no era su caso”, ha relatado el oficial que ha intervenido como testigo en la segunda sesión del juicio por el asesinato de Dolores Gozas, una de las tres víctimas mortales de la violencia machista en Ciudad Real en el año de la pandemia.

Illescas no ha facilitado la investigación

El capitán Bañales también ha contado que más allá de no resistirse a su detención y colaborar en eso, Illescas no ha facilitado la investigación. Huyó del lugar del crimen, se lavó, aparcó el coche en el garaje de la casa de su padre en Villarta y no entregó las llaves, y ni siquiera a día de hoy ha aparecido el arma homicida, “una persona completamente enajenada no tiene esas prevenciones, hubiera aparecido en un campo ido, y no es el caso”.

Otros guardias que participaron en el arresto han contado lo mismo, que estaba “colaborador, tranquilo”. Del supuesto abuso de la cocaína que refiere este hombre, la Guardia Civil no encontró ningún indicio en la casa en la que vivía con María Dolores, “y eso que hicimos una minuciosa inspección ocular; si en esa casa hubiera habido algo lo habríamos encontrado”, ha remarcado otro agente en la segunda jornada del juicio con jurado popular contra José Manuel Illescas que se celebra esta semana en la Audiencia de Ciudad Real.

Un ataque rápido e imprevisto

El cuerpo de Dolores Gozas, de 50 años, a la que su hijo menor y una amiga encontraron con un corte profundo en el cuello ocultó en el canapé de la cama del dormitorio principal, no tenía ninguna herida defensiva; estaba a medio vestir y con un corte profundo en el cuello. “El ataque fue tan rápido e imprevisto que no pudo reaccionar”, ha contado un guardia de Criminalística que hizo la inspección ocular.

Más testigos: hermanas de víctima y acusado

Dos hermanas de la víctima, que deja dos hijos (uno de ellos el menor que estaba con ella cuando la mataron), seis hermanos y una madre (el padre ha fallecido durante la instrucción del caso), también han declarado en el juicio. Una de ellas estaba dispuesta, pero se ha roto de dolor cuando estaba sentada en la silla, y ha sido incapaz de hablar.

La otra hermana de Dolores que si ha testificado ha reconocido que la familia era conocedora de la violencia que ejercía el acusado hacia su hermana, pero que ella lo perdonaba siempre. Esta testigo, que como toda la familia directa de la víctima son y viven en Puertollano, ha contado que sabía de los presuntos malos tratos de forma indirecta, “por mi sobrina” (la hija mayor de edad de Dolores), “me decía que la iba a matar”.

Las hermanas y toda la familia aconsejaban a Dolo que lo dejara, y en alguna ocasión de los nueve meses de la relación lo hizo, pero al final volvía, siempre encontraba excusas, “si Jose es bueno conmigo, tiene el pronto, luego se le pasa”.

Esta testigo ha tenido que ser expulsada al final de su declaración, cuando ha proferido un insulto dirigido al acusado que ni se ha inmutado (ha permanecido de espaldas durante su declaración) y lo ha conminado a que diera la cara. El magistrado de la sección segunda que preside el juicio, José María Tapia, la ha expulsado de la sala después de esto.

También ha declarado una hermana del acusado, M.P.I.G., que le ha contado al tribunal que sabe que desde que murió su mujer, en 2013, Illescas cayó en depresión y se hizo adicto a la cocaína y al alcohol. De Dolores ha dicho que no la conocía, y que el año del crimen no tenía mucho contacto con su hermano, “él vivía en Villarrubia y yo en Daimiel”. Aún así, dice que ella lo ha visto beber y drogarse.

Casi 27 años de cárcel o prisión permanente

Illescas se enfrenta a una acusación de asesinato con la agravante de parentesco y discriminación por género, y estafa, delitos por los que fiscalía y acusación popular piden 26 años y nueve meses de cárcel. La acusación particular que ejerce la madre y dos hermanas de la víctima reclama prisión permanente revisable por primera vez en un caso en Ciudad Real.

La víctima 43 de los asesinatos machistas en 2020

Dolores Gozas, natural de Puertollano, fue la víctima número cuarenta y tres de la violencia machista en España en el año del confinamiento, 2020, especialmente duro en Ciudad Real. Dos mujeres más fueron asesinadas por sus parejas, y una cuarta en Valdepeñas fue víctima del hombre al que asistía en casa, que la mató y luego se suicidó.

El juicio continúa este miércoles en la Audiencia de Ciudad Real en un sesión destinada a las pruebas periciales.

Fuente: https://www.lanzadigital.com/

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