El agua subterránea de las masas centrales del Alto Guadiana, es decir, el antiguo acuífero 23 formado por Rus-Valdelobos, Mancha Occidental I y Mancha Occidental II, ha bajado 1,30 metros de nivel en el último año hidrológico (30 de septiembre de 2022, 1 de octubre de 2023). Es un descenso “importante”, asegura el presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana Samuel Moraleda, si bien este último año, quizá por las lluvias de la dana de septiembre que contuvieron el riego, ha sido menos acusado que en años hidrológicos anteriores.
Los datos que maneja la CHG se presentarán en las próximas juntas de explotación y comisiones de desembalse del organismo de cuenca del río Guadiana, de cara a planificar los usos para este nuevo año hidrológico y una temporada de riego en el Alto Guadiana que se aventura complicada.
“Encadenamos nueve años de pérdidas”
“Los niveles piezométricos de las aguas subterráneas se miden cada mes, el resultado es que encadenamos nueve años de pérdidas. Desde la recuperación de las aguas subterráneas en 2014 hemos bajado una media de entre once y doce metros de nivel”, asegura Moraleda.
La dana que afectó con virulencia a primeros de septiembre a la provincia de Toledo también ha permitido una ligera recuperación de los acuíferos de Lillo-Quintanar (0,25) y Consuegra-Villacañas (0,50), que también forman parte de las masas de agua del Alto Guadiana.
Las masas centrales han perdido 1.600 hm³ en 9 años
Lo peor de este largo periodo de sequía es el vaciado sostenido de las aguas subterráneas, las aguas invisibles que se han ido infiltrando bajo el subsuelo de la provincia durante milenios hasta formar los acuíferos que sustentan el grueso del riego y que abastecen a no pocos pueblos como Daimiel o Manzanares, asentados en estas denominadas masas centrales del Alto Guadiana, Mancha Occidental I, II y Rus-Valdelobos (antiguo acuífero 23).
La situación de las masas de agua es peor que la de los embalses, se extrae muchísima más agua de la que se recarga de forma natural (lluvia), y aunque el Plan del Guadiana permitió cierta reorganización de regadíos, la caída de los niveles piezométricos parece imparable, “estimamos un descenso de once metros lineales de vaciado desde 2014, tras la recuperación extraordinaria del año hidrológico 2009-2010 hemos perdido la enorme cantidad de 1.600 hm³”, remarca el presidente de la Confederación, una barbaridad si se tiene en cuenta que una población como Ciudad Real y su comarca, unas 100.000 personas, consumen 8 hm³ anuales.
Aunque Moraleda reconoce “que en los noventa había más sobreexplotación”, también es consciente de que el objetivo del equilibrio (que se extraiga lo mismo que se recarga) que han ido fijando las diferentes directivas europeas marco del agua (la última 2027) queda lejos.
Fuente: lanzadigital