La odisea ucraniana de Gema, José Antonio y la pequeña Marina Esperanza llega a su fin

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Este jueves regresan a Villarrubia de los Ojos después de dos meses confinados en Ucrania, a donde acudieron para recoger a su hija nacida por gestación subrogada el pasado 8 de marzo en Kiev. La parálisis institucional, las dificultades en la burocracia y la imposibilidad de conseguir un salvoconducto “excepcional” por parte del Gobierno español imposibilitó la vuelta de la familia a su hogar hasta que la pequeña recién nacida consiguió su pasaporte ucraniano y lograron un pasaje en un vuelo Kiev-Madrid fletado por el Gobierno ucraniano para la repatriación de sus compatriotas en España. Y aportando a la épica, tuvieron que estancar la casa para impedir la entrada de humo procedente del incendio de Chernobyl.

Para la villarrubiera Gema García y su marido, José Antonio Sánchez, lo más importante es que la pequeña Marina Esperanza, nacida el 8 de marzo en Kiev con 3,4 kilos de peso, es una niña muy buena, que duerme y deja dormir y “la estamos disfrutando a tope tras años deseando tener hijos”.

A Gema García no se le borra ahora la sonrisa mientras mira a su hija y sabe que la noche de este jueves dormirá, por fin, dos meses después en casa. Sin embargo estas últimas semanas han sido una auténtica odisea. Llegaron a Kiev el mismo día del nacimiento de su hija tras un largo proceso de gestación subrogada que comenzó en 2018, ocho años después de haber estado intentando la maternidad natural. Gema tuvo un aborto a las 20 semanas de gestación, en el año 2016, y poco después un médico le comunicó que la maternidad natural era inviable, “porque mi útero es incapaz de gestar”. A través del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) se informaron de la gestación subrogada e iniciaron el proceso en Ucrania.

Nacionalidad

Todo habría sido más fácil de no haber cambiado el Gobierno español en 2019 la normativa sobre este tipo de maternidad. Antes sólo era necesaria una prueba de ADN del nacido y su certificado de nacimiento y se le otorgaba la nacionalidad española. Sin embargo, esa nueva instrucción deniega la nacionalidad española de los menores y la única alternativa que tienen las familias es obtener la ucraniana.

Lograr la nacionalidad ucraniana para la pequeña Marina no se habría dilatado en exceso en el tiempo de no haber sido por la pandemia. Ucrania minimizó al máximo su actividad administrativa y cerró fronteras. Ante este panorama Gema y José Antonio, así como otra veintena de familias españolas, solicitaron un salvoconducto extraordinario a la Embajada de España en Ucrania para poder abandonar el país, pero no consiguieron que acepten sus peticiones. Reclamaban que se les tratara como a otras familias de Estados Unidos, que fueron autorizadas a salir del país a través de un pasaporte especial.

Abandono

En este sentido los españoles atrapados en Ucrania critican al Ministerio de Asuntos Exteriores el «abandono» a los menores al negarles la posibilidad de expedirles pasaportes ni salvoconductos para poder viajar de vuelta, dejándolos atrapados en Ucrania. “No solo han castigado a los familias por gestación subrogada, sino que han castigado a los pequeños”, sentencia Gema, que detalla como el pediatra ucraniano que ha examinado a la pequeña, así como a su gestante y otros conocidos en Kiev les “ha chocado que el Gobierno español no nos ayudara”.

Durante las últimas semanas la Administración de Ucrania se ha reactivado poco a poco y hace unas dos semanas y media lograron la nacionalidad ucraniana para Marina Esperanza, tras lo cual solicitaron un pasaporte que ya está en sus manos.

Ya solo quedaba algo tan sencillo en tiempos normales y tan complicado ahora: conseguir un vuelo directo a España. “No podíamos hacer escalas porque si aterrizábamos en algún otro país de la Unión Europea, con el pasaporte ucraniano de la pequeña la podrían obligar a volver a Kiev”.

“Todos los días mirábamos si salían vuelos y nada, estábamos ya desesperados”, relata Gema, que cuenta que encontraron uno para Lisboa. Se pusieron en contacto con la Embajada española en Lisboa, donde les mostraron su colaboración para desde el aeropuerto lisboeta trasladarlos a Badajoz, pero allí las dificultades pasaban por ese trayecto Badajoz-Villarrubia de los Ojos, en un momento en el que las compañías de alquiler de coches están cerradas.

Humo de Chernobyl

Entre tantas complicaciones administrativas, otra de carácter local se sumó a la lista. La familia villarrubiera ha pasado estos meses en un piso a las afueras de Kiev, cuando de repente llegó un aviso a la población de esta ciudad. Había que cerrar y estancar al máximo las viviendas porque a la ciudad estaba llegando humo procedente del incendio originado en Chernobyl, epicentro de la mayor catástrofe de una central nuclear de la historia.

“No nos ha faltado de nada”, relata ahora más tranquila Gema, cuando la suerte por fin les dio un respiro y lograron un pasaje pare este jueves 7 de mayo en un avión con el itinerario Kiev-Madrid, fletado por el Gobierno de Ucrania para la repatriación de ucranianos atrapados en España. “Nos queda ahora la sensación de que el Gobierno ucraniano nos ha ayudado mucho más que el nuestro”, lamenta Gema.

Les quedaba la duda de cómo hacer el trayecto Madrid-Villarrubia de los Ojos y aquí no hay más que agradecimientos a la concejala villarrubiera Magdalena Benito, que se ha encargado de conseguir todos los permisos necesarios y un taxi para acometer con garantías esta última etapa en la odisea de Gema, José Antonio y Marina Esperanza, una pequeña a la que pocos superarán cuando en unos años relate la historia de su nacimiento.

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